Periodismo en Ambientes Virtuales: El objetivo principal de este blog es la identificación, interpretación y apropiación de las herramientas digitales como mediadoras en el desarrollo de competencias comunicacionales, especialmente en la producción de contenidos periodísticos, para acomodar el ejercicio de la profesión a las necesidades y exigencias del Siglo XXI. colegio.nacional.periodistas@hotmail.com

miércoles, 11 de abril de 2012

Profesor renuncia a su cátedra porque sus alumnos no escriben bien y son “Nativos digitales”

Camilo Jiménez, periodista y profesor de Comunicación Social de la Javeriana, renunció a su cátedra.
Un párrafo sin errores. No se trataba de resolver un acertijo, de componer una pieza que pudiera pasar por literaria o de encontrar razones para defender un argumento resbaloso. No. Se trataba de condensar un texto de mayor extensión, es decir, un resumen, un resumen de un párrafo, en el que cada frase dijera algo significativo sobre el texto original, en el que se atendieran los más básicos mandatos del lenguaje escrito -ortografía, sintaxis- y se cuidaran las mínimas normas: claridad, economía, pertinencia. Si tenía ritmo y originalidad, mejor, pero no era una condición. Era solo componer un resumen de un párrafo sin errores vistosos. Y no pudieron.
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No voy a generalizar. De 30, tres se acercaron y dos más hicieron su mejor esfuerzo. Veinticinco muchachos en sus 20 años no pudieron, en cuatro meses, escribir el resumen de una obra en un párrafo atildado, entregarlo en el plazo pactado y usar un número de palabras limitado, que varió de un ejercicio a otro. Estudiantes de Comunicación Social entre su tercer y su octavo semestre, que estudiaron doce años en colegios privados. Es probable que entre cinco y diez de ellos hubieran ido de intercambio a otro país, y que otros más conocieran una cultura distinta a la suya en algún viaje de vacaciones con la familia. Son hijos de ejecutivos que están por los 40 y los 50, que tienen buenos trabajos, educación universitaria. Muchos, posgraduados. En casa siempre hubo un computador; puedo apostar a que al menos 20 de esos estudiantes tiene banda ancha, y que la tele de casa pasa encendida más tiempo en canales por cable que en señal abierta. Tomaron más Milo que aguadepanela, comieron más lomo y ensalada que arroz con huevo. Ustedes saben a qué me refiero.
Por supuesto que he considerado mis dubitaciones, mis debilidades. No me he sintonizado con los tiempos que corren. Mis clases no tienen presentaciones de Power Point ni películas; a lo más, vemos una o dos en todo el semestre. Quizá, ya no es una manera válida saber qué es una crónica leyendo crónicas, y debo más bien proyectarles una presentación con frases en mayúsculas que indiquen qué es una crónica y en cuántas partes se divide. Mostrarles la película Capote en lugar de hacer que lean A sangre fría. Quizá, no debí insistir tanto en la brevedad, en la economía, en la puntualidad. No pedirles un escrito de cien palabras, sino de tres cuartillas, mínimo. Que lo entregaran el lunes, o el miércoles.
De esas limitaciones y dubitaciones, quizá, vengan las pocas y tibias preguntas de mis estudiantes este último semestre, sus silencios, su absoluta ausencia de curiosidad y de crítica. De ahí, quizá, vengan sus párrafos aguados, con errores e imprecisiones, inútilmente enrevesados, con frases cojas, desgreñadas. Esos párrafos vacilantes, grises, que me entregaron durante todo el semestre. Pareciera que estoy describiendo a un grupo de zombis. Quizá, eso es lo que son. Los párrafos, quiero decir.
El curso se llama Evaluación de Textos de No Ficción y pertenece a la línea de Producción Editorial y Multimedial de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Javeriana. En cuanto a lecturas, siempre propuse piezas ejemplares en los géneros más notorios de la no ficción: crónica, perfil, ensayo, memorias y testimonios. A partir de clásicos nacionales y extranjeros, los estudiantes componían escritos como los que debe elaborar un editor durante su ejercicio profesional. Primero, un resumen: todos los textos de los editores son breves, o deberían serlo -contracubiertas, textos de catálogo, solapas, etcétera-. Una vez que la mayoría hubiera conseguido un resumen pertinente y económico, pasábamos a escritos más complejos: notas de prensa y contracubiertas, para terminar con un informe editorial o una reseña.
En el centro de todo el programa estaban la participación y la escritura de textos breves a partir de otro texto mayor. Insistí siempre en la participación en clase para fomentar actividades que noto algo empañadas en la actualidad: la escucha atenta, la elaboración de razones y argumentos, oír lo que uno mismo dice y lo que dice el otro en una conversación.
El otro concepto transversal, la economía lingüística, buscaba mostrarles la importancia de honrar la prosa. Si uno en 100 palabras debe sintetizar un libro de 200 páginas, debe cuidar cada palabra, cada frase, cada giro. En últimas, la palabra escrita les dará de comer a estos estudiantes cuando sean profesionales, no importa si se desempeñan como editores de libros, revistas o páginas web, como periodistas o como profesores e investigadores.
Los estudiantes de este último semestre, y los de dos o tres anteriores, nunca pudieron pasar del resumen. No siempre fue así. Desde que empecé mi cátedra, en el 2002, los estudiantes tenían problemas para lograr una síntesis bien hecha, y en su elaboración nos tomábamos un buen tiempo. Pero se lograba avanzar. Lo que siento de tres o cuatro semestres para acá es más apatía y menos curiosidad. Menos proyectos personales de los estudiantes. Menos autonomía. Menos desconfianza. Menos ironía y espíritu crítico.
Debe ser que no advertí cuándo la atención de mis estudiantes pasó de lo trascendente a lo insignificante. El estado de Facebook. "Esos gorditos de más". El mensaje en el Blackberry.
Nunca he sido mamerto ni amargado ni ñoño: a los 20 años, fumaba marihuana como un rastafari y me descerebraba con alcohol cada que podía al lado de mis cuates. Quería ver tetas, e hice cosas de las que ahora no me enorgullezco por tocarlas. Empeñé mucho, mucho tiempo en eso. Pero leía.
No sé. En esos tiempos lo importante, creo, era discutir, especular, quedar picados para buscar después el dato inútil. Interesaba eso: buscar. Estoy por pensar que la curiosidad se esfumó de estos veinteañeros alumnos míos desde el momento en que todo lo comenzó a contestar ya, ahora mismo, el doctor Google.
Es cándido echarle la culpa a la televisión, a Internet, al Nintendo, a los teléfonos inteligentes. A los colegios, que se afanan en el bilingüismo, sin alcanzar un conocimiento básico de la propia lengua. A los padres que querían que sus hijos estuvieran seguros, bien entretenidos en sus casas. Es cándido culpar al "sistema". Pero algo está pasando en la educación básica, algo está pasando en las casas de quienes ahora están por los 20 años o menos.
Mi sobrino le dice a su madre, mi hermana, que él sí lee mucho, en Internet. Lo que debe preguntarse es cómo se lee en Internet. Lo que he visto es que se lee en medio del parloteo de las ventanas abiertas del chat, mientras se va cargando un video en Youtube, siguiendo vínculos. Lo que han perdido los nativos digitales es la capacidad de concentración, de introspección, de silencio. La capacidad de estar solos. Solo en soledad, en silencio, nacen las preguntas, las ideas. Los nativos digitales no conocen la soledad ni la introspección. Tienen 302 seguidores en Twitter. Tienen 643 amigos en Facebook.
Dejo la cátedra porque no me pude comunicar con los nativos digitales. No entiendo sus nuevos intereses, no encontré la manera de mostrarles lo que considero esencial en este hermoso oficio de la edición. Quizá la lectura sea ahora salir al mar de Internet a pescar fragmentos, citas y vínculos. Y en consecuencia, la escritura esté mudando a esas frases sueltas, grises, sin vida, siempre con errores. Por eso, los nuevos párrafos que se están escribiendo parecen zombis. Ya veremos qué pasa dentro de unos pocos años, cuando estos veinteañeros de ahora tengan 30 y estén trabajando en editoriales, en portales y revistas. Por ahora, para mí, ha llegado el momento de retirarme. Al tiempo que sigo con mis cosas, voy a pensar en este asunto, a mirarlo con detenimiento. Pongo el punto final a esta carta de renuncia con un nudo en la garganta.

Mi carta al docente y periodista Camilo Jiménez, quien renunció por: “Los Nativos Digitales
Aunque no lo conozco profesor Camilo, me llamó bastante la atención, el artículo publicado recientemente en el periódico El Tiempo bajo el título:Profesor renuncia a su cátedra porque sus alumnos no escriben bien”aunque el panorama que usted describe, tiene certezas en cuanto a los hechos desde su punto de vista; considero que precisamente lo que debemos hacer los docentes, es quitarle la V de “Versus” a la relación con nuestros estudiantes; cambiándola por la V, de “Vínculos”. Este fue el motivo de una ponencia que tuve recientemente en un Foro Educativo de la Secretaría de Educación de Rionegro Antioquia.

Soy un apasionado de lo que hago, y digo con alegría, que las clases para mí son una fiesta,encuentro de aprendizajes, de construcciones, espacio de laboratorio para realizar “ensayo error”, entre muchas otras alternativas. Entiendo que usted se encuentra en medio de la batalla de la ya conocida, repetida, y mal enfocada disputa entre “nativos e inmigrantes digitales”; que no lo es tanto, puesto que no se trata de poner como bandera los dispositivos; sino los cambios perceptuales, las maneras de ser, de actuar, de asociar.

Usted escribe con nostalgia y quizás con rabia, porque los estudiantes que menciona, y además “estigmatiza”; no se “acomodan” a los esquemas con los que usted estudió, se formó, y hacen parte de su pasado y su presente. Por supuesto, sumamente respetable su posición argumentativa; y la decisión de renunciar a su cátedra en La Universidad Javeriana.
Sin embargo, el docente desde mi punto de vista, debe integrar las miradas, potenciar los talentos de los jóvenes que son diamantes en bruto, y aprovechar las habilidades técnicas, con dispositivos y software, que tienen los llamados “nativos digitales”. Así mismo, los estudiantes, tienen gran capacidad para tejer redes, hacer trabajo colaborativo y realizar complementos con las formas tradicionales de ejercer la profesión, y los nuevos formatos en los que por experiencia puedo decir, los estudiantes son “magos”, cuando así lo quieren; y tienen motivos para serlo.

Hay millones de formas de ser creativo en el aula, de trabajar con los estudiantes desde la MotivAcción. Si usted se considera el docente único, portador de la verdad; que impone su esquema con los modos de trabajo “de siempre”; su discurso para los estudiantes, resulta anacrónico, sin vida, muy diferente a lo que hoy se mueve en ese mundo que usted critica, en el cual los estudiantes tienen 302 seguidores en Twitter y 643 amigos en Facebook.

Le digo que yo por el contrario, quiero con el alma mis cátedras, me apasionan, nunca había visto tantas oportunidades pedagógicas y didácticas. Por mencionar sólo un caso; tenemos como metodología de clase, un grupo en Facebook, utilizamos en cada sesión el hashtag #digital1 en Twitter, y contamos con un banco de recursos, en el marcador social Delicious, que nos permite generar conocimiento y visibilidad en la web, mientras ocurre cada sesión de clases.
La mayoría de mis estudiantes, están motivados en nuestras sesiones, porque el mundo del que les hablo, tiene que ver con su mundo. Nos atrevemos a hacer ensayo error y por ahí llegamos a la ruta de las serendipias. Lo más fácil y lo digo con respeto, es renunciar a la cátedra, simplemente “dejarlo”, y seguir con el esquema de vida que usted considera seguirá infranqueable en el tiempo.

La clave está en potenciar las habilidades de los jóvenes, hacerlos parte de un sueño, creer en querer, y especialmente, entender que ninguno de los dos mundos desaparece, si es que hay dos mundos, o al menos las condiciones entre las generaciones que se formaron con el impreso; y aquellos que lo hacen con lo audiovisual, y las pantallas numerosas. Ambos hemos sido nativos de diferentes formatos, por qué decir con juicios de valor cuál es mejor o peor, ¿tenemos “autoridad” para decirlo?

Simplemente lo invito a que por un momento se “ponga en el lugar de los estudiantes” e intente siquiera, hacer la edición o animación de un video, coordinar las 25 ventanas con diversas actividades ante la pantalla, construir redes y generar soluciones prácticas contactando personas con Smartphones, generando así nuevas narrativas y formas comunicativas. Hoy los jóvenes, no todos por supuesto; tienen una gran capacidad de recursividad, pero si no entendemos sus códigos y nos quedamos con los nuestros, seguiremos tomando el camino fácil, es decir; “renunciar a nuestras cátedras”.

Sé que miles de profesores se sienten identificados con usted; de hecho, decidí hacer este post, por la cantidad de retweets y publicaciones en el muro de Facebook que recomendaban como tabla de salvación sus palabras.

Por eso, como profesional y colega, aunque no de tanto reconocimiento mediático tradicional como el suyo; le quiero decir que de mis clases he hecho laboratorio de innovación permanente; y que usted se está perdiendo de grandes descubrimientos, negando el saber de sus estudiantes y midiéndolos porque no saben escribir un párrafo, desde su esquema formativo. Haga el ejercicio de gestionar 5 redes sociales, de editar un video, de pensar en imágenes y crear productos comunicacionales, de hacer reportería online, y en ese momento, si así lo decide, sé, escribirá una carta muy diferente.

Es sencillo cuando se habla desde el desconocimiento, o más bien desde la falta de experiencia en el código de estos “nativos digitales”; por eso lo invito a que revise autores como Alejandro Piscitelli (UBA), Hugo Pardo Kuklinski (Stanford-Universitat de VIC), Cristóbal Cobo (Universidad de Oxford), Ken Robinson y su genial TED sobre creatividad y educación; quienes plantean precisamente el Posdigitalismo, el Edupunk y el Aprendizaje Invisible, que es quizás quitarnos un poquito de nuestro ego, y ser mediadores, motivadores y construir conjuntamente con nuestros estudiantes.

No lo conozco, conozco sus palabras, quizás no me lea, no hace falta, pero esta carta más que para usted; es para las personas que twittean su carta de renuncia con orgullo. Sólo quería dar otra visión.

“Series en Serio”, WikiaprendizajesFlashmob Somos Redhashtag digital1,marcador social deliciousLipdup: “Todos somos expertos en algo”personaje próximo en la distanciavoces de la noche, sólo algunos de los resultados que hemos construido con los estudiantes desde la “MotivAcción” y la complementariedad de saberes.
Un respetuoso saludo…

PS: La comunicación digital, o como queramos llamarle, es transversal a todas las asignaturas, no es que porque yo sea docente de éstas áreas; sólo en ellas se pueda aplicar lo de laboratorio de innovación pedagógica que menciono.

Atentamente,

Luis David Tobón López

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